jueves, 5 de junio de 2014

A LO MEJOR YO HABRÍA EVITADO TODO AQUELLO. PROBLEMAS HISTORIOGRÁFICOS II.

La historia contrafactual, llamada también historia alterna o historia virtual es el resultado de un ejercicio mental que responde a la pregunta «¿qué habría pasado si ...?».
Algunos historiadores, tales como Niall Ferguson, han promovido la historia contrafactual como un método válido del estudio de la historia. Sin embargo, la historia alterna es también una fuente de ficción comparable con la literatura fantástica o la ciencia ficción, en lo que se denominan ucronías. Todavía muchos historiadores consideran la historia contrafactual como meras especulaciones y la historia alterna más como un caso para la literatura de ficción que para el análisis histórico académico serio.
Independientemente del rigor académico, puede trazarse una línea clara entre la historia alterna o contrafactual y una ucronía o ficción histórica. Mientras la historia contrafactual parte de una premisa (condición contrafactual o punto de partida) y explora los posibles cambios en la historia, las ucronías suelen despreciar el proceso y utilizan la historia alterna como un escenario para desarrollar un relato de ficción.

 Creo que mencionamos que todos los historiadores se someten a la existencia dee un pasado fragmentario, incompleto y muy lejano. Pese a todo hay investigadores que creen que las cosas podrían haber sucedido de otra manera. Incluso existe una historia contrafactual, que responde a la pregunta «¿qué habría pasado si ...?

“Gran parte de esto tiene que ver con la naturaleza de los déficits nacionales y del dinero-crédito. Prácticamente desde que estas cosas aparecieron por vez primera, los políticos se han quejado de que la deuda nacional no es sino tomar dinero prestado a las generaciones venideras. Pese a todo, sus efectos han sido de doble filo: por una parte, financiar el déficit es poner incluso más poder militar en manos de príncipes, generales y políticos; por la otra, sugiere que el gobierno debe algo a quienes gobierna. En tanto nuestro dinero es, en definitiva, una extensión de la deuda pública, cada vez que compramos un periódico, un café o hacemos una apuesta en el hipódromo estamos negociando con promesas, representaciones de algo que el gobierno nos dará en algún momento del futuro, incluso si no sabemos exactamente qué es”



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